Europa está en situación de K.O. técnico.Sin embargo,
para que ningún país europeo caiga por el precipicio y arrastre en su caída al
resto, la Unión Europea coloca tiritas a las hemorragias. Está claro que tanto
traje caro y tanto tiempo sentado debe ser malo para el cerebro. Mientras, los
gobiernos de los peores países de Europa - España, Grecia, Portugal e Italia-
ahogan a sus ciudadanos con crueles políticas de recortes y subidas de
impuestos. Y, como se echa a la gente al paro y los pocos que trabajan cada vez
tienen menos poder adquisitivo, el consumo se reduce a la mínima expresión, lo que
obliga a los gobiernos a aumentar los impuestos y a hacer aún más recortes, lo
que conduce a consumir todavía menos.
A pesar de que es relativamente fácil entender que las políticas restrictivas conducen a la inseguridad y que la inseguridad conduce al nulo consumo, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional insisten en exigir a los países más empobrecidos –y más emputecidos- mayores medidas de ajuste. Medidas, se entiende, encaminadas a exprimir a los ciudadanos como si fuesen naranjas. Sin embargo, nadie se ha atrevido todavía a abordar la reforma más importante en Europa.
Desde que se formó la Unión Europea se han quintuplicado los políticos que se dedican a vivir del cuento gracias a Europa. Las convenciones en hoteles de lujo, las facturas de teléfonos móviles, los viajecitos en business class, las estancias en grandes hoteles y todas las cenas de negocios salen de los bolsillos de los ciudadanos. En los países más subdesarrollados, como España, Grecia, Portugal e Italia, los casos de corrupción y despilfarro son sencillamente escalofriantes, hasta el punto de que con todo lo robado en los últimos 10 años la deuda de los cuatro países quedaría prácticamente a cero. Además, en nuestro país hay que engordar a los casi medio millón de políticos empleados en la administración pública, más que en ninguna otra parte del mundo. Por su parte, los grandes lobbies económicos manejan los mercados, lasdivisas, las materias primas y las deudas de los países a través de sus instrumentos financieros apenas regulados por los gobiernos. Las grandes marcas automovilísticas que hace seis años vendían un coche determinado a un precio determinado hoy venden el mismo coche un 30 o un 40% más barato, que es lo que robaron por entonces. Los grandes constructores subían el precio de la vivienda en cuestión de meses un 15 o un 20% sin que existiese ningún tipo de coste que lo justificase, mientras en los ayuntamientos se frotaban las manos y se llenaban los bolsillos. Los banqueros –familiares o amiguetes de políticos en su mayoría, como en Bankia- se han hartado de robar y cobrar sueldos insultantes. En resumen; por una tapa de calamares con patatas fritas congeladas en el chiringuito de la playa te cobraban 25 euros porque era agosto.
Europa no tiene un problema económico; lo que tiene es un problema de ratas.
A pesar de que es relativamente fácil entender que las políticas restrictivas conducen a la inseguridad y que la inseguridad conduce al nulo consumo, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional insisten en exigir a los países más empobrecidos –y más emputecidos- mayores medidas de ajuste. Medidas, se entiende, encaminadas a exprimir a los ciudadanos como si fuesen naranjas. Sin embargo, nadie se ha atrevido todavía a abordar la reforma más importante en Europa.
Desde que se formó la Unión Europea se han quintuplicado los políticos que se dedican a vivir del cuento gracias a Europa. Las convenciones en hoteles de lujo, las facturas de teléfonos móviles, los viajecitos en business class, las estancias en grandes hoteles y todas las cenas de negocios salen de los bolsillos de los ciudadanos. En los países más subdesarrollados, como España, Grecia, Portugal e Italia, los casos de corrupción y despilfarro son sencillamente escalofriantes, hasta el punto de que con todo lo robado en los últimos 10 años la deuda de los cuatro países quedaría prácticamente a cero. Además, en nuestro país hay que engordar a los casi medio millón de políticos empleados en la administración pública, más que en ninguna otra parte del mundo. Por su parte, los grandes lobbies económicos manejan los mercados, lasdivisas, las materias primas y las deudas de los países a través de sus instrumentos financieros apenas regulados por los gobiernos. Las grandes marcas automovilísticas que hace seis años vendían un coche determinado a un precio determinado hoy venden el mismo coche un 30 o un 40% más barato, que es lo que robaron por entonces. Los grandes constructores subían el precio de la vivienda en cuestión de meses un 15 o un 20% sin que existiese ningún tipo de coste que lo justificase, mientras en los ayuntamientos se frotaban las manos y se llenaban los bolsillos. Los banqueros –familiares o amiguetes de políticos en su mayoría, como en Bankia- se han hartado de robar y cobrar sueldos insultantes. En resumen; por una tapa de calamares con patatas fritas congeladas en el chiringuito de la playa te cobraban 25 euros porque era agosto.
Europa no tiene un problema económico; lo que tiene es un problema de ratas.